sábado, 25 de abril de 2009

En memoria y homenaje a Lessin Méndez, patriota, demócrata y manfredista

"He aquí que veo a mi padre, he aquí que veo a mi madre, a mis hermanas y mis hermanos. He aquí que veo el linaje de mi pueblo hasta sus principios. Y he aquí que me llaman, me piden que ocupe mi lugar entre ellos, en los atrios de Valhalla, el lugar donde viven los valientes para siempre".

En memoria de Lessin Méndez, amigo entrañable y compañero de lucha. Tu sacrificio y entrega a nuestro proyecto de país no serán en vano.

jueves, 23 de abril de 2009

20 años de construir la ideología del desarrollo

La experiencia primero del municipalismo y luego de la gestión departamental descentralizada, nos ha permitido recoger y componer una nueva ideología de la construcción participativa del desarrollo "desde abajo".

Una visión de desarrollo con equidad y solidaridad; una visión de un país que se construye desde sus gobiernos locales y desde las regiones; que replantea el concepto de la unidad nacional a partir de profundizar nuestro caracter particular y nuestras identidades regionales; es decir ser cada vez más k'ochalas (o cambas, o kollas, o chapacos) para ser cada vez mejores bolivianos.

Esta toma de conciencia de Cochabamba respecto a su potencial de desarrollo, este reencuentro con su vocación autonómica inscrita en la lucha de Nataniel Aguirre y Lucas Mendoza por integrar a nuestra región en la ruta del desarrollo, se ha acumulado paulatinamente en documentos que han servido para dibujar un horizonte municipal de bienestar y para plasmar después ese modelo de desarrollo hacia todo el departamento. Y hoy, esa experiencia de gestión exitosa; ese fundamento ideológico del desarrollo integral local-regional, está listo para ser propuesto al país como un modelo de gobierno nacional.

Lo hicimos en 2002, cuando el Plan de Gobierno de Manfred proponía incorporar demandas de profunbdización de la democracia, demandas de inclusión y reivindicaciones de participación de las grandes mayorías, que luego fueron capturadas y funcionalizadas por una radicalidad que desvirtuó tales demandas. la Asamblea Constituyente, la Nacionalización de los recursos estratégicos, el Referéndum Vinculante y el Régimen de Autonomías estaban contenidos en un único programa de gobierno en 2002: El cambio positivo, el cambio sin violencia, el cambio responsable que porponía Manfred Reyes Villa.

La ideología manfredista propone un reencuentro en torno a la ética del trabajo; a nuestra vocación de constructores. Y plantea la construcción de un sujeto colectivo a partir de esa identidad transversal que nos identifica aquí y en el resto del mundo; ese rasgo característico que distingue al migrante boliviano; esa vocación indeclinable que nos ha llevado a migrar por todo el globo buscando mejores oportunidades: Somos constructores.

Desde el migrante del valle alto que construye rascacielos en Virginia, hasta los comunarios de las provincias andinas que se inscriben como obreros de sus puentes, sus caminos y sus propios proyectos de desarrollo. Somos trabajadores.

Desde los productores de hortalizas en España, hasta los talleristas en Inglaterra; de las valerosas bolivianas que trabajan en gastronomía y hotelería en Miami hasta aquellas que trabajan en house cleaning en Italia o confeccionan textiles en El Alto. Somos obreros.

Desde el relocalizado que cambió la minería por la agricultura en el trópico o la zafra en el oriente, al microproductor de maquila o artesanía; desde el bachiller hasta el universitario, somo un país de constructores.

Si algo es en escencia el boliviano es un devoto del trabajo duro y bien hecho. Es esa escencia compartida; es esa identidad común que nos une más allá de cualquier diferencia, es la base para convocar a la bolivianidad a la búsqueda de un proceso de reunificación y pacificación nacional; a un proceso que permita superar la crisis estructural del país; esa crisis que no resuelven los discursos exteemos ni las ideologías fundamentalistas injertadas; esa crisis que ni la izquierda radical ni la ultra derecha han sabido responder.

Ya los autoritarios y los anarquistas han tenido su tiempo; ya las oligarquías y las oclocracias han administrado este país a cual peor que la otra.

Es tiempo de quienes entienden la política como la búsqueda del bien común; es tiempo de quienes apuestan a construir en lugar de destruir; de quienes creemos en que la unidad es posible más allá de nuestras diferencias; de quienes creemos en una lucha contra la pobreza no basada en discursos grandilocuentes sino en hechos concretos; de quienes hemos sidoc capaces a renunciar al cálculo político para practicar una política de responsabilidad nacional.

El tiempo de quienes tenían grabado el signo de la crisis ha concluido. Es el tiempo de quienes creemos en el desarrollo, de quienes hemos construido un mejor país desde una ciudad y una región cuyo signo es el trabajo, la unidad y la igualdad.