Este es el tercer y último llamado a la unidad que hacemos, en un postrer intento por converger todos los actores políticos en un acto de desprendimiento y responsabilidad para definir en interés de todos los bolivianos.
El pueblo ha optado por la unidad como instrumento para vencer al terror; para recuperar la democracia y el estado de derecho y para alcanzar finalmente desarrollo y seguridad.
Entonces, por lógica, la decisión sobre quién debe encabezar ese bloque de convergencia nacional que el país espera, es una decisión del pueblo y no de los políticos.
A esta altura ya no importa lo que pensemos los candidatos o lo que piensen los patrocinadores de los candidatos. Hoy importa saber qué es lo que piensa y quiere el país; son los bolivianos - ese 50% de bolivianos que aun no ha decidido a quién apoyar -, los que deben definir quién liderará este frente amplio de unidad.
Porque no se trata de cambiar “porque si”, sino de garantizarle al país que el cambio mejorará su forma de vida y eso sólo es posible si el cambio entraña capacidad y experiencia. Y la experiencia no se consigue mirando de palco la realidad, sino siendo parte de la política. La capacidad y el liderazgo se construyen con experiencia.
Por eso advertimos que propiciar el cambio de actores, y no asegurar que este implique modificar las viejas prácticas políticas, es reproducir el error histórico de pensar que cambiar de gobernantes es cambiar la manera de hacer política. Promover el cambio “porque sí”, sigue debilitando el sistema democrático, sigue debilitando la institucionalidad política.
Yo creo que el único cambio que no se ha dado aun y espera el país; el único cambio real es cambiar un gobierno ineficiente e irresponsable, por uno capaz y serio.
No se trata de cambiar de presidente, sino de cambiar la manera de administrar el estado; se trata de superar esa ineficiencia e incapacidad de los extremos de este país, por una opción de equilibrio, con capacidad de construir desarrollo con equidad y libertad, descentralizando el poder pero garantizando la unidad y la integridad nacional.
Yo creo en una autonomía como instrumento de desarrollo plural, como una alternativa de país y no simplemente como visión de región. La comprensión empequeñecida de la autonomía que postula que hay que feudalizar la política y los procesos electorales, es lo que evitó que en determinado momento CONALDE pudiera consolidarse como alternativa nacional.
Los análisis en ese sentido ya hicieron que las regiones se equivocaran una vez, creyendo que pequeñas victorias regionales podrían contrarrestar al poder nacional.
Quienes hemos sido parte de este proceso de ampliación de la democracia, ya sea desde institucionalidad descentralizada o desde el movimiento cívico, debemos confiar más en la experiencia que nos han dado los pasados tres años de gestión prefectural, que en criterios ajenos a la vivencia de hacer gestión pública.
Hoy reafirmamos nuestra convicción de obrar en interés del país, de deponer incluso nuestra candidatura y apoyar a otro candidato, si esa es la decisión del soberano.
Marcial, Adriana, Gerard y tantos otros bolivianos que se han sumado a este proyecto, esperaremos hasta el último momento a que el llamado de la racionalidad sea escuchado, antes de partir con lo que hemos logrado articular hasta ahora al encuentro de nuestro destino común.
Bolivia demanda desprendimiento, madurez y responsabilidad. La historia nos juzgará por nuestras decisiones, si hoy permitimos que el cálculo político - ese mismo cálculo que hirió de muerte el proceso autonómico -, nos arrebate la última oportunidad de salvar la democracia y restituir la República.
Manfred